ESTER Y MARDOQUEO

 

ESCUELA SABÁTICA

ESTER Y MARDOQUEO

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 1:1-12; 6:1-9; Ester 2:1-10, 20; 3:1-15; 4:1-14; 9:1-12.

PARA MEMORIZAR:

 “Yo te haré luz para los gentiles, y llevarás mi salvación a los confines de la tierra” (Isaías 49:6, NTV)

Ester y su pariente Mardoqueo eran judíos que vivían en la capital del Imperio Persa, Susa. Por alguna razón, a diferencia de otros judíos que habían regresado a Judá, ellos, junto con otros, se quedaron en la tierra de su cautiverio.

Entonces, por una serie de providencias, Ester se convierte en reina. “Y el rey amó a Ester más que a todas las mujeres, y halló más gracia y más favor ante él que todas las doncellas; y puso la corona real en su cabeza y la declaró reina en lugar de Vasti” (Est. 2:17).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Habían transcurrido veinte años o más cuando un segundo decreto, tan favorable como el primero, fue promulgado por Darío Histaspes, el monarca de aquel entonces. Así proveyó Dios en su misericordia otra oportunidad para que los judíos del reino medo-persa regresaran a la tierra de sus padres. El Señor preveía los tiempos dificultosos que iban a seguir durante el reinado de Jerjes, el Asuero del libro de Ester, y no solo obró un cambio en los sentimientos de los hombres que ejercían autoridad, sino que inspiró también a Zacarías para que instase a los desterrados a que regresasen (Profetas y reyes, p. 440).

El Obrero divino gasta poco tiempo en material inútil. Únicamente pule las joyas preciosas, según la semejanza de un palacio, labrando con ahínco todos los cantos ásperos. Este proceso es severo y penoso; hiere el orgullo humano.

«En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré… y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos». Hageo 2:23. Bendita sea la experiencia, por severa que sea, que da nuevo valor a la piedra, y la hace brillar con vivo fulgor (En los lugares celestiales, p. 269).

CAUTIVOS EN UNA CULTURA EXTRANJERA

Lee Daniel 1:1 al 12; 3:1 al 12; y 6:1 al 9. Aunque cada situación es única, ¿qué revelan estos relatos acerca de los desafíos que puede enfrentar el pueblo de Dios al vivir en una cultura extranjera?

Por otra parte, la historia sagrada nos ha mostrado que cualesquiera que sean los decretos terrenales, aunque sean favorables a la fe, la fidelidad debe provenir del corazón, desde adentro. De lo contrario, el pecado, la apostasía y la ruina seguramente vendrán como resultado.

“Dice, pues, el Señor: ‘Este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor hacia mí fue enseñado por mandato de hombres’” (Isa. 29:13)

Sin importar quiénes seamos o dónde vivamos, estamos inmersos en un entorno que, hasta cierto punto, ya sea por las propias leyes o por la cultura, o por ambas cosas, puede suponer un gran desafío para nuestra fe y nuestro testimonio.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dios prueba a su pueblo en este mundo. Aquí se prepara para comparecer ante su presencia. Aquí, en este mundo, en estos últimos días, cada uno revelará qué poder gobierna su corazón y controla sus acciones. Si es el poder de la verdad divina, conducirá a buenas obras. Elevará el alma, y lo tornará noble de corazón y generoso, como su divino Señor

[Todos] debieran permanecer en tal lugar que sus corazones fueran plenamente del Señor; donde honren a Dios con su fortaleza. El Señor los honrará entonces dándoles conocimiento y sabiduría. Así obró Daniel en las cortes de Babilonia, permaneciendo fiel a los principios en medio de la corrupción de los paganos. «Y Daniel propuso en su corazón de no contaminarse en la ración de la comida del rey, ni en el vino de su beber».

Cristo les dijo a sus discípulos que en el mundo tendrían aflicción; que serían llevados a la presencia de reyes y gobernantes por causa de él; que serían gravemente calumniados; y encima, los que les quitaran la vida, creerían estar sirviendo a Dios.

El espíritu de persecución resurge vez tras vez… contra los fieles, que no transigen con el mundo, ni se dejan influir por las ideas dominantes, ni tampoco por el apoyo o por la oposición de nadie (Mi vida hoy, p. 73)

ANTE UN TRIBUNAL EXTRANJERO

Lee Ester 2:1 al 9. ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de la situación de Mardoqueo y de Ester?

Con estos antecedentes en mente, tenemos un fragmento del contexto de la historia de Ester. “En esos días Asuero reinaba desde su trono real que estaba en Susa, la capital” (Est. 1:2). Aquí es donde se desarrolla la narración bíblica, el Imperio Persa, bajo este rey

Parece que Mardoqueo, como funcionario de la realeza, estaba sentado a la puerta del palacio y residía en la ciudad de Susa con Ester, su hija adoptiva, o prima. Debido a su posición y al lugar en que vivían, estaban inmersos en la cultura persa. Esta debe ser, al menos en parte, la razón por la que eligieron a Ester para presentarla ante el rey: “Ester fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai, guarda de las mujeres” (Est. 2:8).

Lee Ester 2:10 y 20. ¿Qué estaba sucediendo aquí y por qué Mardoqueo le dio esa orden?

Aunque el texto no dice exactamente por qué, no es difícil adivinarlo. Como extranjeros en una cultura y una religión extrañas que, como veremos, podían ser hostiles, fueron prudentes al guardar silencio sobre su familia y su pueblo.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Mediante el episodio que llevó a Ester al trono medo-persa, Dios obraba para llevar adelante sus propósitos para su pueblo. Lo que se hizo bajo la influencia de mucho vino, resultó para el bien de Israel (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 3, pp. 1157, 1158).

 

Mediante la reina Ester, el Señor efectuó una poderosa liberación de su pueblo. Cuando parecía que no había poder humano que pudiera salvarlos, Ester y las mujeres asociadas con ella oraron, ayunaron y actuaron prestamente, y lograron la salvación de su pueblo…

Los que se mantienen en una actitud de oración podrán hablar en sazón las personas que han sido conducidas a su círculo de influencia; porque Dios les dará sabiduría mediante la cual podrán servir al Señor Jesús. «Cuando la sabiduría entrare en tu corazón y la ciencia fuere grata a tu alma, la discreción te guardará; te preservará la inteligencia». Proverbios 2: 10, 11. Abriréis vuestros labios con juicio y vuestra lengua será la ley de benevolencia (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 76).

EL TESTIMONIO FIEL DE MARDOQUEO

Lee Ester 3:1 al 15. ¿Qué sucedió aquí y por qué?

En Ester 3, nos enteramos de que el rey Jerjes (Asuero) honró a Amán y le dio un alto cargo con plenos poderes. A todos se les dijo que debían inclinarse ante Amán. Pero leemos: “Pero Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba” (Est. 3:2).

“Y los siervos del rey que estaban a la puerta preguntaron a Mardoqueo: ‘¿Por qué desobedeces la orden del rey?’” (Est. 3:3). Aunque no sabemos en detalle cómo respondió, el versículo siguiente dice que Mardoqueo “les había declarado que era judío” (Est. 3:4). Seguramente, en esa respuesta Mardoqueo tuvo la oportunidad de explicar que, como adorador del Dios que creó los cielos y la tierra, no podía adorar a ningún ser humano pecador.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Mediante el agageo Amán, hombre sin escrúpulos que ejercía mucha autoridad en Medo-Persia, Satanás obró en ese tiempo para contrarrestar los propósitos de Dios. Amán albergaba acerba malicia contra Mardoqueo, judío que no le había hecho ningún daño, sino que se había negado simplemente a manifestarle reverencia al punto de adorarle. No conformándose con «meter mano en solo Mardoqueo,» Amán maquinó la destrucción de «todos los judíos que había en el reino de Asuero, al pueblo de Mardoqueo.» Ester 3:6.

Engañado por las falsas declaraciones de Amán, Jerjes fue inducido a promulgar un decreto que ordenaba la matanza de todos los judíos, «pueblo esparcido y dividido entre los pueblos en todas las provincias» del Imperio Medo-Persa

Los que aman a Dios no pueden abrigar odio o envidia… Si amamos a Dios de todo nuestro corazón, debemos amar también a sus hijos. Este amor es el Espíritu de Dios. Es el adorno celestial que da verdadera nobleza y dignidad al alma y asemeja nuestra vida a la del Maestro.

PARA ESTA HORA

Lee Ester 4:1 al 14. ¿Por qué en ese momento se consideró apropiado que Ester se identificara como judía?

Cuando Mardoqueo se puso en contacto con Ester para pedirle ayuda, ella llevaba varios años casada con Asuero, pero en Persia había una ley: nadie podía acercarse al trono del rey sin invitación expresa del monarca. Cualquiera que no respetara esta regla arriesgaba su vida. Ester, aunque sabía del riesgo que corría, de todos modos entró en la sala del trono sin ser invitada.

La fe de Mardoqueo intentó despertar la fe de Ester. El corazón del libro de Ester se encuentra en las palabras de Mardoqueo a Ester: “Entonces Mardoqueo dijo que respondiesen a Ester: ‘No pienses que por estar en la casa del rey serás la única en librarte entre todos los judíos. Porque si del todo callas ahora, respiro y liberación tendrán los judíos de otra parte; pero tú y la casa de tu padre perecerán. Y ¿quién sabe si no fue para esta hora que has llegado al reino?’” (Est. 4:13, 14).

Su fe en Dios era fuerte, y sabía que, sin la ayuda de Dios, no podría tener éxito. Su respuesta a Mardoqueo revela su fe: “Ve, reúne a los judíos que se hallan en Susa, ayunen por mí y no coman ni beban durante tres días, ni noche ni día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente. Entonces iré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley. Y si perezco, que perezca” (Est. 4:16).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Ester tomó tiempo para comulgar con Dios, fuente de su fuerza. Indicó a Mardoqueo: «Ve, y junta a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche ni día: yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.» Ester 4:16.

Dios obró admirablemente en favor de su pueblo penitente; y un contra decreto promulgado por el rey, para permitir a los judíos que pelearan por su vida, se comunicó rápidamente a todas partes del reino por correos montados, que «salieron apresurados y constreñidos por el mandamiento del rey… Y en cada provincia y en cada ciudad donde llegó el mandamiento del rey, los Judíos tuvieron alegría y gozo, banquete y día de placer. Y muchos de los pueblos de la tierra se hacían Judíos, porque el temor de los Judíos había caído sobre ellos.» Ester 8: 14, 17 (Profetas y reyes, pp. 442, 443).

La oración de fe es la gran fortaleza del cristiano y ciertamente prevalecerá contra Satanás. Por eso él insinúa que no necesitamos orar. Él detesta el nombre de Jesús, nuestro Abogado; y cuando acudimos sinceramente a él en busca de ayuda, la hueste satánica se alarma. Cuando descuidamos la oración actuamos de acuerdo con su propósito, porque entonces sus maravillas mentirosas se reciben con más facilidad (Testimonios para la iglesia, t. 1, pp. 266, 267).

EL MILAGRO DE PURIM

Lee Ester 9:1 al 12. ¿Cuál fue el resultado del esfuerzo de Ester?

El milagro de Purim adopta una forma muy inusual. El milagro está oculto, disfrazado de acontecimientos aparentemente naturales. La ley para destruir a los judíos no fue revocada, pero se emitió una nueva ley, lo que permitió que los judíos se defendieran.

“Y muchos de los otros pueblos se hacían judíos” (Est. 8:17). Este es un gran ejemplo de cómo el Señor pudo obrar para llevar a las almas perdidas al conocimiento de él.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

En el día señalado para su destrucción, «los judíos se juntaron en sus ciudades en todas las provincias del rey Asuero, para meter mano sobre los que habían procurado su mal: y nadie se puso delante de ellos, porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos.» Ángeles excelsos en fortaleza habían sido enviados por Dios para proteger a su pueblo mientras este se aprestaba «en defensa de su vida.» Ester 9:2, 16 (Profetas y reyes, p. 443).

El que manda a las estrellas en su orden en el firmamento, cuya palabra domina a todo el mar, el mismo Creador infinito, obrará en favor de sus hijos si ellos le invocan con fe. Él refrenará las fuerzas de las tinieblas, hasta que se dé al mundo la amonestación y todos los que quieran escucharla estén preparados para el conflicto (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 427, 428).

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