LOS DOS TESTIGOS

 

ESCUELA SABÁTICA

LOS DOS TESTIGOS

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Apocalipsis 11:3–6; Zacarías 4:14; Apocalipsis 12:5, 6, 14, 15; Daniel 7:25; Isaías 54:17; Salmo 119:89; Apocalipsis 11:15–18.

PARA MEMORIZAR:

 “‘La hierba se seca, la flor se cae; pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre’” (Isa. 40:8).

DOS TESTIGOS

Lee Apocalipsis 11:3 al 6. Enumera cinco rasgos identificadores de los dos testigos que encuentres en este pasaje.

En Zacarías 4, el profeta vio dos olivos a ambos lados de un candelabro de oro, la misma imagen que encontramos aquí, en Apocalipsis 11. Se le dice a Zacarías que esto representa a “los dos ungidos que están ante el Señor de toda la tierra” (Zac. 4:14).

Estos dos testigos pueden profetizar e impedir que caiga lluvia durante el tiempo que ellos predigan. Pueden convertir el agua en sangre y azotar la Tierra con plagas. Por la palabra de Dios, Elías dijo que no caería lluvia sobre Israel, y en respuesta a su oración no hubo lluvia durante tres años y medio (ver Sant. 5:17). Entonces oró a Dios, y volvió a llover después de que los falsos profetas de Baal no lograran acabar con la sequía (1 Rey. 17; 18).

¿Quiénes son esos dos testigos? En vista de estos aspectos bíblicos y de las características dadas en Apocalipsis 11, podemos concluir (aunque no dogmáticamente) que los dos testigos son las Escrituras del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, que comunican la luz y la verdad de Dios al mundo.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Muchos… ponen a un lado las escrituras del Antiguo Testamento, de las cuales Cristo declaró: «Ellas son las que dan testimonio de mí». Juan 5:39. Al rechazar el Antiguo Testamento, prácticamente rechazan el Nuevo; pues ambos son partes de un todo inseparable.

Cada uno debe saber individualmente qué es la verdad, y estar preparado para dar razón de la esperanza que tiene, con mansedumbre y reverencia, no con orgullo, jactancia o suficiencia propia, sino con el Espíritu de Cristo. Nos acercamos al tiempo cuando nos encontraremos solos para responder de nuestras creencias. (El evangelismo, p. 55)

PERÍODOS PROFÉTICOS

Compara Apocalipsis 11:3 con 12:5, 6, 14 y 15; y Daniel 7:25. ¿Qué similitudes ves en estos períodos proféticos?

Los dos testigos “profetizarán vestidos de saco durante mil doscientos sesenta días” (Apoc. 11:3). Este es el mismo período que los 42 meses durante los cuales los “gentiles” (los que se oponen a la verdad de Dios) pisotearán la ciudad santa (Apoc. 11:2). Los enemigos de Dios pisotean la verdad de Dios durante 1.260 días (42 x 30 = 1.260; cada día simboliza un año en la profecía apocalíptica); y los dos testigos de Dios, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, profetizan contra ellos durante este mismo tiempo.

Cuando se descuida la autoridad de las Escrituras, emergen otras autoridades (humanas) en su lugar. Esto a menudo conduce a la persecución de quienes defienden la Palabra de Dios, lo que sucedió durante el tiempo de la dominación papal, desde 538 d.C. hasta 1798 d.C., cuando la iglesia medieval descendió a una profunda oscuridad espiritual. La Iglesia Romana se unió al poder secular para extender su autoridad sobre toda Europa.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La Biblia, y tan solo la Biblia, presenta una visión correcta de estas cosas. En ella se revelan las grandes escenas finales de la historia de nuestro mundo, acontecimientos que ya se anuncian, y cuya aproximación hace temblar la tierra y desfallecer de temor los corazones de los hombres (Profetas y reyes, pp. 393, 394).

Viven actualmente algunas personas que, mediante el estudio de las profecías de Daniel y Juan, recibieron gran luz de Dios al pasar por lugares donde profecías especiales estaban en proceso de cumplimiento en el orden correspondiente. Proclamaron el mensaje del tiempo a la gente. La verdad brilló nítidamente como el sol en el mediodía. El pueblo tiene ahora un mensaje especial para predicar al mundo: el mensaje del tercer ángel (Mensajes selectos, t. 2, p. 116).

Todos aquellos que aceptan la autoridad humana, las costumbres de la iglesia, o las tradiciones de los padres, presten atención a la amonestación que encierran las palabras de Cristo: «En vano me honran, enseñando doctrinas y mandamientos de hombres» (El Deseado de todas las gentes, pp. 363, 364).

LOS DOS TESTIGOS SON ASESINADOS

Lee Apocalipsis 11:7 al 9. Teniendo en cuenta que el lenguaje es simbólico, ¿qué predicen estos versículos que les sucedería a los dos testigos de Dios, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento?

En 538 d.C., con el Imperio Romano pagano ya derrumbado, Justiniano, el emperador romano, entregó la autoridad civil, política y religiosa al papa Vigilio. Comenzaba el largo período de dominación de la iglesia medieval, que continuó hasta 1798 d.C. El general francés Berthier, siguiendo órdenes de Napoleón, marchó sin oposición hacia Roma el 10 de febrero de 1798. El papa Pío VI fue tomado cautivo y llevado a Francia, donde murió. Esta fecha marca el fin proféticamente predicho de la autoridad secular de la Iglesia Romana, los 1.260 días, o años, como se describe en Daniel y Apocalipsis (ver el estudio de ayer).

La bestia que ascendió del abismo (Satanás) hizo guerra contra las Escrituras. Inició nuevos asaltos a la autoridad de la Biblia mediante la Revolución Francesa, que comenzó en 1789. En la Revolución Francesa, el Gobierno estableció oficialmente el Culto de la Razón como una religión atea patrocinada por el Estado, con la intención de reemplazar al cristianismo. El 10 de noviembre de 1793 se celebró en todo el país el “festival de la razón”.

Apocalipsis 11:9 dice que el cuerpo de los dos testigos permanecería sin sepultura durante “tres días y medio”; es decir, “días” proféticos que representan tres años y medio literales. El ateísmo de la Revolución Francesa tuvo su apogeo durante unos tres años y medio. Este período se extendió desde el 26 de noviembre de 1793, cuando un decreto emitido en París abolió la religión, hasta el 17 de junio de 1797, cuando el Gobierno francés eliminó sus leyes religiosas restrictivas.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La supresión de las Sagradas Escrituras durante el período de la supremacía papal había sido predicha por los profetas; y el revelador había señalado también los terribles resultados que iba a tener especialmente para Francia el dominio «del hombre de pecado» (El conflicto de los siglos, p. 270).

Las mismas dificultades que fueron creadas para estorbar la restauración y el desarrollo de la obra de Dios, las grandes montañas de dificultades que surgieron en el sendero de Zorobabel, serán enfrentadas por todos los que hoy son leales a Dios y a su obra. Los que se oponen a la obra del Señor pueden ser un estorbo por un tiempo; pero el mismo Espíritu que siempre ha guiado la obra del Señor la guiará hoy. «No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos» (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1200).

LOS DOS TESTIGOS RESUCITAN

Lee Apocalipsis 11:11. ¿Qué predice este texto sobre la Palabra de Dios?

Al final de la Revolución Francesa, la Palabra de Dios, en sentido figurado, resucitaría. Habría un poderoso reavivamiento. No es casualidad que estos esfuerzos misioneros mundiales surgieran después de la Revolución Francesa.

Como predecían las profecías del Apocalipsis. “En cierta ocasión, el incrédulo Voltaire dijo con arrogancia: ‘Estoy cansado de oír de continuo que doce hombres establecieron la religión cristiana. Yo he de probar que un solo hombre basta para destruirla’. Han transcurrido varias generaciones desde que Voltaire muriera, y millones han secundado su guerra contra la Biblia. Pero, tan lejos de ser destruida estuvo que, allí donde había cien ejemplares en tiempo de Voltaire, hoy día hay diez mil, por no decir cien mil copias del Libro de Dios. Como dijo uno de los primitivos reformadores al hablar de la iglesia cristiana: ‘La Biblia es un yunque sobre el cual se han gastado muchos martillos’ ” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 332).

Lee Salmos 119:89; y 111:7 y 8. ¿Qué nos dicen estos pasajes acerca de la Biblia, y por qué podemos confiar en ella?

La Palabra de Dios puede ser atacada o suprimida, pero nunca será erradicada. Incluso muchos que profesan ser cristianos socavan su autoridad de diversas maneras, cuestionando partes de la Biblia o haciendo tanto hincapié en los elementos humanos que casi pierde su sello divino, y la verdad de Dios se ve socavada.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Hablando de los dos testigos, el profeta dice, además: «Y oyeron una grande voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron». Apocalipsis 11:12. Desde que Francia les declarara la guerra, estos dos testigos de Dios han recibido mayor honra que nunca antes.

Los adelantos de la imprenta dieron notable impulso a la circulación de la Biblia. El incremento de los medios de comunicación entre los diferentes países, la supresión de las barreras del prejuicio y del exclusivismo nacional, y la pérdida del dominio temporal del pontífice de Roma, han ido abriéndole paso a la Palabra de Dios. Hace ya muchos años que la Biblia se vende en las calles de Roma sin que haya quien lo impida, y en el día de hoy ha sido llevada a todas las partes del mundo habitado (El conflicto de los siglos, p. 289).

«Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová». «En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre». «Y Jehová será Rey sobre toda la tierra». La Sagrada Escritura dice: «Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos». «Fieles son todos sus mandamientos; afirmados por siglo de siglo».

LA VERDAD TRIUNFANTE

A pesar de los ataques del enemigo, la obra de Dios en la Tierra llegará a un clímax glorioso. El evangelio se predicará a “toda nación y tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6). El gran conflicto entre Cristo y Satanás terminará cuando Cristo derrote completamente a los poderes del infierno.

Lee Apocalipsis 11:15 al 18. Según estos versículos, ¿qué acontecimientos tendrán lugar en el tiempo del fin cuando suene la séptima trompeta?

El mal es derrotado. Jesús gana y Satanás pierde. La justicia triunfa. Reina la verdad. Haríamos bien en prestar atención a la siguiente instrucción: “Lo que se edifique sobre la autoridad de los hombres será derribado; pero lo que se cimente sobre la roca de la inalterable Palabra de Dios permanecerá para siempre” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 332).

Lee Apocalipsis 11:19. ¿Qué vio Juan abierto en el Cielo? Y ¿qué vio cuando miró el Cielo por dentro?

El Templo de Dios en el Cielo se abrió a la vista de Juan. Al contemplar el Lugar Santísimo, vio el Arca del Pacto. Dentro del Arca estaba la Ley de Dios. Aunque somos salvos solo por la gracia mediante la fe, la obediencia a la Ley de Dios revela si nuestra fe es auténtica. La Ley de Dios es la base, o norma, del Juicio (Sant. 2:12). Este hecho adquiere especial importancia y relevancia en el tiempo del fin (ver Apoc. 12:17; 14:12).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cuando el Señor estuvo a punto de separarse de sus discípulos, los consoló en su aflicción asegurándoles que volvería: «¡No se turbe vuestro corazón!… En la casa de mi Padre muchas moradas hay… voy a prepararos el lugar. Y si yo fuere y os preparare el lugar, vendré otra vez, y os recibiré conmigo». «Cuando el Hijo del hombre vendrá en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria; y delante de él serán juntadas todas las naciones». Juan 14:13; Mateo 25:31, 32

Dice Cristo: «Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar». Apocalipsis 3:8. Cuán arduamente tratan los hombres de cerrar esa puerta; pero no pueden. El testimonio de Juan es: «Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo». Apocalipsis 11:19.

Los hijos de Dios tendrán una fiera lucha con el adversario de las almas, y se volverá extremadamente encarnizada a medida que nos acercamos a la culminación del conflicto. Pero el Señor ayudará a los que se levanten en defensa de su verdad (Fe y obras, p. 46).

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