CÓMO CANTAR LA CANCIÓN DEL SEÑOR EN TIERRA EXTRAÑA

 

ESCUELA SABÁTICA

CÓMO CANTAR LA CANCIÓN DEL SEÑOR EN TIERRA EXTRAÑA

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Salmos 79:5-13; 88:3-12; 69:1-3; 22:1; 77; 73:1-20; 1 Pedro 1:17.

PARA MEMORIZAR:

 “¿Cómo habíamos de cantar canción del Señor en tierra extraña?” (Sal. 137:4).

Como ya hemos visto, los salmistas reconocen el gobierno soberano y el poder de Dios, así como sus justos juicios. Saben que Dios es la ayuda y el refugio eternos e infalibles en tiempos de angustia; La Creación, estable y dirigida por el Señor soberano y sus leyes justas, se ve constantemente amenazada por el mal. A medida que el pecado corrompe el mundo cada vez más, la Tierra se ha convertido más en una “tierra extraña” para el pueblo de Dios.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Todos tenemos pruebas, aflicciones duras que sobrellevar y fuertes tentaciones que resistir. Pero no las contéis a los mortales, sino llevadlo todo a Dios, en oración. Tengamos por regla el no proferir una sola palabra de duda o desaliento. Podemos hacer mucho más para alumbrar el camino de los demás y sostener sus esfuerzos si hablamos palabras de esperanza y buen ánimo (El camino a Cristo, p. 1 18, 120).

LOS DÍAS DEL MAL

Lee Salmos 74:18 al 22 y 79:5 al 13. ¿Qué está en juego aquí?

El problema del mal en Salmos es principalmente teológico; inevitablemente se refiere a cuestiones sobre Dios. Así, la destrucción de Jerusalén y del Templo se considera principalmente un escándalo divino, porque les dio a los paganos la oportunidad de blasfemar contra Dios.

El Señor es el “Dios de nuestra salvación”, lo que refleja la fidelidad de Dios a sus promesas del Pacto (Sal. 79:9). No obstante, más importante que la restauración de la riqueza de Israel es la defensa del carácter de Dios en el mundo (Sal. 79:9). Si los actos malvados de las naciones quedan impunes, parecería como si Dios hubiera perdido su poder (Sal. 74:18-23; 83:16-18; 106:47). Solo cuando Dios salve a su pueblo, su nombre será justificado y enaltecido.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El pecado es un intruso, y no hay razón que pueda explicar su presencia. Es algo misterioso e inexplicable; excusarlo equivaldría a defenderlo… es la manifestación exterior de un principio en pugna con la gran ley de amor que es el fundamento del gobierno divino (El conflicto de los siglos, pp. 483, 484).

Se ha permitido a toda nación que ha subido al escenario de acción, ocupar su lugar en la tierra a fin de ver si cumpliría el propósito del «Vigilante y Santo». Daniel 4:17

A LAS PUERTAS DE LA MUERTE

Lee Salmos 41:1 al 4; 88:3 al 12; y 102:3 al 5, 11, 23 y 24. ¿Qué experiencias describen estos pasajes? ¿Cómo te identificas con lo que aquí se dice?

Está sin fuerzas, marchitándose como la hierba, sin poder comer, apartado con los muertos; yace como los muertos en la tumba, es repulsivo para sus amigos, está sufriendo y desesperado. Sus huesos se le pegan a la piel. Muchos salmos presumen que el Señor ha permitido las dificultades a causa de la desobediencia de Israel. El salmista reconoce que el pecado puede acarrear enfermedad; por eso, se refiere al perdón que precede a la curación (Sal. 41:3, 4). Sin embargo, algunos salmos, como Salmo 88 y 102, reconocen que el sufrimiento inocente del pueblo de Dios es un hecho de la vida, aunque sea difícil de entender.

En Salmo 88, Dios se encarga de llevar al salmista al borde de la muerte (Sal. 88:6-8). No obstante, fíjate que aun cuando se expresan las quejas más atrevidas, el lamento es claramente un acto de fe, pues si el Señor, en su soberanía, permitía los problemas, podía también restaurar el bienestar de su hijo. En el umbral de la tumba, el salmista recuerda los prodigios, la bondad, la fidelidad y la justicia de Dios (Sal. 88:10-12). A pesar de sentirse golpeado por Dios, el salmista se aferra a él. Aunque sufre, no niega el amor de Dios y sabe que Dios es su única salvación.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Las pruebas de la vida son los instrumentos de Dios para eliminar de nuestro carácter toda impureza y tosquedad. Mientras nos labran, escuadran, cincelan, pulen y bruñen, el proceso resulta penoso, y es duro ser oprimido contra la muela de esmeril. Pero la piedra sale preparada para ocupar su lugar en el templo celestial.

Cristo vio cuán terrible es el dominio del pecado sobre el corazón humano, y cuán pocos estarían dispuestos a desligarse de su poder. Sabía que sin la ayuda de Dios la humanidad tendría que perecer, y vio a las multitudes perecer teniendo a su alcance ayuda abundante.

Sobre Cristo como substituto y garante nuestro fue puesta la iniquidad de todos nosotros. Fue contado por transgresor, a fin de que pudiese redimirnos de la condenación de la ley. La culpabilidad de cada descendiente de Adán abrumó su corazón. Al sentir el Salvador que de él se retraía el semblante divino en esta hora de suprema angustia, atravesó su corazón un pesar que nunca podrá comprender plenamente el hombre. Tan grande fue esa agonía que apenas le dejaba sentir el dolor físico (El Deseado de todas las gentes, pp. 700, 701).

¿DÓNDE ESTÁ DIOS?

Lee Salmos 42:1 al 3; 63:1; 69:1 al 3; y 102:1 al 7. ¿Qué le causa tanto dolor al salmista?

La ausencia de Dios se siente como una sed intensa en tierra seca (Sal. 42:1-3; 63:1) y una angustia mortal (Sal. 102:2-4). El salmista se siente alejado de Dios y se compara con aves solitarias: “Soy semejante al pelícano del desierto, como el búho de las soledades. Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado” (Sal. 102:6, 7). La mención del desierto enfatiza la sensación de aislamiento de Dios. El salmista clama a Dios “de lo profundo”, como si se viera engullido por aguas caudalosas y se hundiera en un “profundo cieno” (Sal. 69:1-3; 130:1).

Lee Salmos 10:12; 22:1; 27:9; y 39:12. ¿Cómo responde el salmista a la aparente ausencia de Dios?

Es notable que los salmistas decidan no callar ante el silencio de Dios. Los salmistas creen inquebrantablemente en la oración, porque la oración se dirige al Dios vivo y misericordioso. Las ocasiones de silencio de Dios hacen que los salmistas se auto examinen y busquen a Dios, pero con confesión y peticiones humildes. Saben que Dios no callará para siempre.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La senda que conduce hacia el día eterno no es la más fácil de recorrer, y algunas veces parecerá oscura y escabrosa. Pero tened la seguridad de que los brazos eternos de Dios os rodean para protegeros del pecado. Desea que ejercitéis una fe diligente en él, y que aprendáis a confiar en él tanto en las sombras como en la luz del sol.

Dios es la fuente eterna e increada de todo bien. Todos los que confíen descubrirán que efectivamente lo es. A todos los que le sirven, considerándolo su Padre celestial, les da seguridad de que cumplirá sus promesas.

¿HA FALLADO PARA SIEMPRE SU PROMESA?

Lee Salmo 77. ¿Qué experiencia está viviendo el autor?

Salmo 77 comienza con una súplica de ayuda a Dios llena de lamentos y dolorosos recuerdos del pasado (Sal. 77:1-6), No obstante, recordar a Dios parece intensificar su angustia: “Me acordaba de Dios y gemía” (Sal. 77:3). La palabra hebrea hamá (‘gemir’) a menudo representa el rugido de las aguas embravecidas (Sal. 46:3).

Mientras tanto, el salmista no puede dormir porque el Señor no lo deja dormir (Sal. 77:4). Esto nos recuerda a otros personajes bíblicos cuyo insomnio fue utilizado providencialmente por Dios para prosperar sus propósitos (Gén. 41:1-8; Est. 6:1; Dan. 2:1-3). La larga noche de insomnio hace que el salmista considere los pasados actos de liberación del Señor, pero con nueva determinación (Sal. 77:5, 10).

La seguridad que el salmista recibe de Dios no consiste en explicaciones sobre su situación personal, sino en una confirmación de la fidelidad y la confianza de Dios (como Job).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cuando David hizo suyas esas promesas y esos privilegios, decidió dejar de ser apresurado en sus juicios, y no desanimarse ni abatirse en inútil desesperación. Su alma se reanimó cuando contemplo el carácter de Dios tal como se manifiesta en sus enseñanzas, su paciencia, excelsa grandeza y misericordia, y vio que a las obras y maravillas de Dios no se debe dar una aplicación restringida (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 3, p. 1167)

la esperanza debe fortalecerse, y la oscuridad debe tornarse en luz. Dios no nos ha dejado en un mundo tenebroso —como peregrinos y extranjeros que buscan un país mejor, el país celestial sin darnos preciosas promesas para aliviar toda carga. Los bordes de nuestro sendero están sembrados con hermosas flores de promesa. Florecen a todo nuestro alrededor, esparciendo por el ambiente rica fragancia.

Dios ama el corazón agradecido, que confía implícitamente en sus palabras de promesa, obteniendo consuelo, esperanza y paz de ellas; y él nos revelará todavía mayores profundidades de su amor

PARA QUE LOS JUSTOS NO SEAN TENTADOS

Lee Salmos 37:1 y 8; 49:5 al 7; 94:3 al 7; y 125:3. ¿A qué lucha se enfrenta el salmista?

Estos salmos lamentan la prosperidad actual de los impíos y el desafío que este hecho plantea a los justos. Los impíos no solo prosperan, sino a veces además desprecian abiertamente a Dios y oprimen a otros. Lo desconcertante es que, mientras que “la vara de la impiedad” (Sal. 125:3) domina al mundo, el “cetro de justicia” (Sal. 45: 6) parece fracasar. Entonces, ¿por qué no rendirse y aceptar el mal, como hacen otros?

Lee Salmo 73:1 al 20 y 27. ¿Qué ayuda al salmista a superar la crisis? ¿Cuál es el fin de los que confían en cosas vanas? (Ver también 1 Ped. 1:17).

Sin embargo, Salmo 73 muestra que “estas cosas se burlan de los que ignoran el primer versículo de este salmo, que es el resumen de todo el salmo: ‘Dios es realmente bueno con Israel, con los limpios de corazón’” (Johannes Bugenhagen, Reformation Commentary on Scripture [Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2018], p. 11).

El salmista es conducido al Santuario, el lugar del gobierno soberano de Dios, y allí se le recordó que el “hoy” es solo una pieza del mosaico, y que debe considerar el “fin”, cuando los impíos enfrentarán el Juicio de Dios.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Muchos procuran hacerse un cielo adquiriendo riquezas y poder. «Hablan con maldad de hacer violencia; hablan con altanería» (Salmo 73:8), pisotean los derechos humanos, y desprecian la autoridad divina. El tiempo de la investigación de Dios ha llegado. El Altísimo descenderá para ver lo que los hijos de los hombres han construido. Su poder soberano se revelará; las obras del orgullo humano serán abatidas. «Desde los cielos miró Jehová; vio a todos los hijos de los hombres: desde la morada de su asiento miró sobre todos los moradores de la tierra». «Jehová hace nulo el consejo de las gentes, y frustra las maquinaciones de los pueblos. El consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones». Salmo 33:13, 14, 10, 11 (Historia de los patriarcas y profetas, p. 116).

Debemos recordar con nitidez cada lágrima nuestra que el Señor ha enjugado, cada dolor que ha calmado, cada ansiedad que ha eliminado, cada temor que ha disipado, cada necesidad que ha satisfecho, cada misericordia concedida, y así fortalecernos para lo que aún nos espera delante en el peregrinaje (This Day With God, p. 58; parcialmente en Cada día con Dios, p. 56).

Desde el pesebre hasta la cruz, la vida de Jesús fue una vocación de entrega de sí mismo, y de participación en los sufrimientos. En el día del juicio final, cada alma perdida comprenderá la naturaleza de su propio rechazamiento de la verdad. Se presentará la cruz y toda mente que fue cegada por la transgresión verá su verdadero significado. La apostasía humana aparecerá en su odioso carácter. Los hombres verán lo que fue su elección.

 

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