¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

 

ESCUELA SABÁTICA

¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Salmo 23; Juan 10:11-15; Salmos 22; 89:27-32; Colosenses 1:16; Salmo 2; Hebreos 7:20-28.

PARA MEMORIZAR:

“La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la piedra angular. Obra del Señor es esto, es una maravilla a nuestros ojos” (Sal. 118:22, 23).

Los salmos dan testimonio de la persona y el ministerio de Cristo Jesús citara Salmos en su conversación con los discípulos camino a Emaús (Luc. 24:44). Quería que encontraran en los salmos la prueba de quién era él. Algunos de los salmos que tienen un cumplimiento tipológico en Cristo son Salmos 24, 45, 72 y 101 (el Rey y Juez ideal), 88 y 102 (oraciones del siervo sufriente de Dios).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Se habían escogido diversas piedras en diferentes oportunidades, pero habían quedado desmenuzadas bajo la presión del inmenso peso… Pero al fin la atención de los edificadores se dirigió a la piedra por tanto tiempo rechazada En visión profética, se le mostró a Isaías que esta piedra era un símbolo de Cristo (El Deseado de todas las gentes, p. 549).

Por cuarenta días Cristo permaneció en la tierra, preparando a los discípulos para la obra que tenían por delante, y explicándoles lo que hasta entonces habían sido incapaces de comprender. «Entonces les abrió el sentido —leemos— para que entendiesen las Escrituras; y díjoles: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando de Jerusalén». Y añadió: «Vosotros sois testigos de estas cosas». Lucas 24:45-48 (Los hechos de los apóstoles, p. 22).

Jesús les dijo que iba a aparejarles lugar y volver otra vez para llevárselos consigo, de modo que siempre estuviesen con él. También les prometió enviarles el Consolador, el Espíritu Santo, para guiarlos en toda verdad. «Y alzando sus manos, los bendijo» (Primeros escritos, p. 189).

EL PASTOR DIVINO Y ABNEGADO

Lee Salmos 23; 28:9; 80:1; 78:52 y 53; 79:13; y 100:3. ¿Cómo se describe en estos textos la relación entre el Señor y su pueblo?

La imagen del Señor como Pastor y del pueblo de Dios, transmite la noción de cercanía entre Dios y su pueblo, porque los pastores vivían con sus rebaños y cuidaban de cada oveja individualmente. La imagen pastoral subraya también la propiedad de Dios sobre su rebaño, garantizada por dos fuertes vínculos: la Creación (Sal. 95:6, 7; 100:3) y el Pacto (Sal. 28:9; Heb. 13:20).

La imagen del Pastor divino que conduce a José como a un rebaño (Sal. 80:1) alude, quizás, a la bendición que Jacob le dio a José, que presenta a Dios como el Pastor de Israel, y apela así a esta gran promesa y bendición (Gén. 49:24).

Lee Juan 10:11 al 15. ¿Qué dice Jesús de sí mismo como Buen Pastor?

El vínculo íntimo entre el Pastor divino y su rebaño se aprecia en que el rebaño conoce inequívocamente la voz del Pastor (Juan 10:4, 27). el Buen Pastor nunca abandona a sus ovejas descarriadas, sino que las busca para salvarlas. Esta es una poderosa imagen de la relación de Dios con su pueblo. Él está dispuesto a morir por sus ovejas (Juan 10:11, 15) y, paradójicamente, a convertirse en Cordero sacrificado por ellas (Juan 1:29). Además, Jesús confirmó que llamaría a sus ovejas de otros rebaños y las uniría en un solo rebaño (Juan 10:16).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Como un pastor terrenal conoce sus ovejas, así el divino Pastor conoce su rebaño, esparcido por el mundo. «Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice el Señor Jehová». Jesús dice: «Te puse nombre, mío eres tú». «He aquí que en las palmas te tengo esculpida». Ezequiel 34:31; Isaías 43:1; 49:16 (El Deseado de todas las gentes, pp. 444, 445).

Se oye su voz que las llama a su redil: «Y habrá un resguardo de sombra contra el calor del día, y un refugio y escondedero contra la tempestad y el aguacero». Su cuidado por el rebaño es incansable. Fortalece a las ovejas débiles, libra a las que padecen, reúne los corderos en sus brazos, y los lleva en su seno. Sus ovejas lo aman (Historia de los patriarcas y profetas, p. 189).

EL MESÍAS SUFRIENTE

Lee Salmos 22 y 118:22. ¿Cómo trataron al Mesías aquellos a quienes él había venido a salvar?

Salmo 22 es una profecía mesiánica directa, porque muchos detalles de este salmo no se pueden relacionar históricamente con el rey David, sino que encajan perfectamente con las circunstancias de la muerte de Cristo. Jesús oró con las palabras de Salmo 22:1 en la cruz (Mat. 27:46).

“Sobre Cristo como Sustituto y Garante de nosotros fue puesta la iniquidad de todos nosotros. Fue contado por transgresor, para que pudiese redimirnos de la condenación de la Ley. La culpabilidad de cada descendiente de Adán abrumó su corazón. La ira de Dios contra el pecado, la terrible manifestación de su desagrado por causa de la iniquidad, llenó de consternación el alma de su Hijo” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 701).

Salmo 22 transmite los comentarios venenosos de la multitud que se burló de las palabras que Jesús mismo había elevado al Padre (Sal. 22:1, 8; Mat. 27:43) y de los soldados, que se repartieron las vestiduras de Jesús (Sal. 22:18; Mat. 27:35). el Mesías rechazado se convirtió en la fuente de la salvación para el pueblo de Dios tras su resurrección de entre los muertos (Mat. 21:42; Hech. 4:10-12). Cristo sufrió el rechazo de la humanidad, pero Dios glorificó a su Hijo al convertirlo en la “piedra angular” viva del Templo espiritual de Dios (Efe. 2:20-22; 1 Ped. 2:4-8).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Fue allí [en la cruz] donde la misericordia y la verdad se encontraron, donde la justicia y la paz se abrazaron. Aquí hay un tema que todos necesitan entender. El carácter de Cristo es infinitamente perfecto, dio su vida para que todos los desleales y desobedientes pudieran comprender la verdad de la promesa dada en el primer capítulo de Juan: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios». Juan 1:12.

SIEMPRE FIEL A SU PACTO

Lee Salmos 89:27 al 32 y 38 al 46; y 132:10 al 12. ¿En qué consiste el pacto davídico? Al parecer, ¿qué fue lo que lo puso en peligro?

El pacto davídico contiene la promesa de Dios de sostener eternamente el linaje de David y la prosperidad del pueblo de Dios (1 Sam. 7:5-16; Sal. 89:1-4, 19-37; 132:12-18). La permanencia del pacto se afianzaba sobre el solemne juramento de Dios y la fidelidad del rey a Dios.

Sí, la ira de Dios es una expresión del juicio divino (Sal. 38:1; 74:1), El pueblo siente las amargas consecuencias de su desobediencia y se da cuenta de la gravedad de sus pecados (Sal. 89:38-46). Con todo, pregunta: “¿Hasta cuándo?”, apelando al carácter pasajero de la ira de Dios (Sal. 89:46). La esperanza renovada surge de una nueva seguridad en la fidelidad de Dios para “recordar” su gracia (Sal. 89:47, 50).

Jesucristo es el Hijo de David y es el Mesías (Mat. 1:1; Heb. 1:8). Se lo llama “el primogénito (el principal) de toda creación” (Col. 1:15), en alusión a Salmo 89:27, que llama a David, quien era el tipo de Cristo, el primogénito de Dios. “Yo también lo pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra”. Dios hizo de Jesús el Rey supremo sobre todo el mundo cuando lo resucitó de entre los muertos (Hech. 2:30, 31).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

«Juré a David mi siervo, diciendo: Mi mano será firme con él, mi brazo también lo fortificará… Y mi verdad y mi misericordia serán con él; y en mi nombre será ensalzado su cuerno. Asimismo, pondré su mano en la mar, y en los ríos su diestra. El me llamará: Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salud. Yo también le pondré por primogénito, alto sobre los reyes de la tierra. Para siempre le conservaré mi misericordia; y mi alianza será firme con él. Y pondré su simiente para siempre, y su trono como los días de los cielos». Salmo 89:3, 21-29 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 818, 819).

Las palabras del profeta Miqueas respiran el espíritu que alentó el corazón de David: «Aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz. La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi juicio». Miqueas 7:8, 9. Y el Señor no abandonó a David.

El Hijo de Dios se humilló para levantar al caído. Por ello dejó los mundos celestiales que no han conocido el pecado, los noventa y nueve que le amaban, y vino a esta tierra para ser «herido por nuestras rebeliones», y «molido por nuestros pecados». Isaías 53:5

REY ETERNO DE PODER INCOMPARABLE

Lee Salmos 2; 110:1 al 3; 89:4 y 13 al 17; y 110:1, 2, 5 y 6. ¿Qué nos enseñan estos textos acerca de Cristo como Rey?

La descripción de Dios como Padre del Mesías apunta a la coronación del rey cuando este fue adoptado en el Pacto de Dios (Sal. 2:7; 89:26-28). Salmo 2:7 prevé la resurrección y la exaltación de Cristo como el amanecer del nuevo Pacto eterno y del sacerdocio real de Cristo (Hech. 13:33-39; Heb. 1:5; 5:5). El Mesías se sienta a la diestra de Dios como alguien que posee honor y autoridad sin precedentes (Sal. 110:1; Hech. 7:55, 56).

La vara (“bastón”) la llevaban originalmente los líderes tribales como símbolo de la tribu (Núm. 17:2-10). La vara de Cristo procede de Sion, porque él representa al pueblo de Sion. Su vara es un símbolo del juicio divino, que pone fin al dominio del mal y representa el reinado sin rival de Cristo (Apoc. 2:27; 12:5). Incluso los reyes impíos tienen la oportunidad de arrepentirse y someterse al Mesías (Sal. 2:10-12).

se da el juicio “en favor de los santos del Altísimo” (Dan. 7:22), se establece su Reino, “cuyo reino es reino eterno” (Dan. 7:27). Gracias a la Cruz, la promesa del Reino está asegurada.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Salmo 110:1. El Hijo de Dios depuso su trono real, a fin de hacerse pobre por causa de nosotros, Por su humanidad, Cristo tocaba a la humanidad; por su divinidad, se asía del trono de Dios (La maravillosa gracia de Dios, p. 79). Cristo volverá en su gloria, en la gloria de su Padre y en la gloria de los santos ángeles, Entonces se sentará sobre el trono de su gloria y delante de él se congregarán todas las naciones. Entonces todo ojo le verá y también los que le traspasaron.

Las puertas del cielo se abrirán otra vez y nuestro Salvador, acompañado de millones de santos, saldrá como Rey de reyes y Señor de señores. Jehová Emmanuel «será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre». «El tabernáculo de Dios» estará con los hombres y Dios «morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios». Zacarías 14:9; Apocalipsis 21:3 (El discurso maestro de Jesucristo, p. 93).

SACERDOTE ETERNO SEGÚN EL ORDEN DE MELQUISEDEC

Lee Salmo 110:4 al 7. ¿En qué sentido es único el sacerdocio de Cristo, y qué gran esperanza podemos encontrar en el sacerdocio celestial de Cristo?

Dios dota al Mesías de una realeza eterna (Sal. 110:1-3) y de un sacerdocio de rango superior, el orden de Melquisedec (Sal. 110:4-7). El Señor sella su palabra con una promesa solemne (Heb. 6:18). El juramento divino introduce un elemento novedoso en el pacto davídico, al declarar que el Mesías Rey es también Sacerdote (Sal. 110:4). Los reyes de Israel nunca pudieron ejercer como sacerdotes levitas (Núm. 8:19; 2 Crón. 26:1621).

El sacerdocio eterno de Cristo deriva de Melquisedec, quien era a la vez rey de Salem (Jerusalén) y sacerdote del “Dios Altísimo” (Gén. 14:18-20). El Antiguo Testamento nunca habla del rey David ni de ningún otro rey israelita como poseedores del sacerdocio según el orden de Melquisedec, excepto en Salmo 110.

Lee Hebreos 7:20 al 28. ¿Cuáles son algunas de las implicaciones del sacerdocio superior de Cristo?

Al ser a la vez Rey divino y Sacerdote eterno, Cristo tiene una superioridad sin precedentes sobre los sacerdotes y los reyes humanos; por lo tanto, podemos tener esperanza. Cristo sostiene un pacto superior que se basa en el juramento de Dios, y no en promesas humanas. Él ejerce su ministerio en el Santuario celestial.

La obra reconciliadora de Cristo como Sacerdote perfecto y compasivo le da a su pueblo la seguridad duradera de permanecer ante la presencia misma de Dios (Heb. 6:19, 20). El sacerdocio real de Cristo abolirá el dominio del mal, no solamente en el corazón de las personas, sino también en el mundo.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Fue Cristo el que habló mediante Melquisedec, el sacerdote del Dios altísimo. Melquisedec no era Cristo, sino la voz de Dios en el mundo, el representante del Padre. Y Cristo ha hablado a través de todas las generaciones del pasado. Cristo ha guiado a su pueblo y ha sido la luz del mundo (Mensajes selectos, t. 1, p. 479).

Este niño inconsciente era la Simiente prometida, señalada por el primer altar erigido ante la puerta del Edén. Era Shiloh, el pacificador. Era Aquel que se presentara a Moisés como el YO SOY. Era Aquel que, en la columna de nube y de fuego, había guiado a Israel. Era Aquel, que de antiguo predijeran los videntes. Era el Deseado de todas las gentes, la Raíz, la Posteridad de David, la brillante Estrella de la Mañana.

Era el verdadero «gran sacerdote sobre la casa de Dios», la cabeza de «un sacerdocio inmutable», el intercesor «a la diestra de la Majestad en las alturas». Hebreos 10:28; 7:24; 1:3 (El Deseado de todas las gentes, p. 36).

Entradas populares