TU AMOR ES GRANDE HASTA LOS CIELOS

 

ESCUELA SABÁTICA

TU AMOR ES GRANDE HASTA LOS CIELOS

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Salmos 136; 51; 130; 113; 123.

PARA MEMORIZAR:

 “Te alabaré entre los pueblos, Señor; cantaré de ti entre las naciones. Porque tu amor es grande hasta los cielos, y hasta las nubes tu fidelidad” (Sal. 57:9, 10).

Los salmos subrayan el hecho de que la gente depende de la misericordia de Dios por completo. Afortunadamente, la misericordia de Dios es eterna, como lo demuestran la Creación de Dios y la historia del pueblo de Dios (Sal. 136).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes. Salmo 40:17. «Mirad a mí y sed salvos». Isaías 45:22. «Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados». Isaías 53:5.

El Señor es nuestro ayudador y nuestro escudo. Los ángeles de Dios están empeñados en esta obra de proclamar al mundo el mensaje de amonestación. Nosotros mismos nada podemos hacer. Sin el Espíritu del Señor somos tan débiles como el agua. Mi corazón está determinado en su confianza en Dios. Tenemos un Salvador poderoso. Podemos regocijarnos en su rica plenitud. Anhelo ser más devota y consagrada a Dios.

SU AMOR ES PARA SIEMPRE

Lee Salmo 136. ¿Qué pensamiento predomina en este salmo? El salmista, ¿dónde encuentra pruebas para su declaración predominante?

Salmo 136 convoca al pueblo de Dios a alabar al Señor por su misericordia revelada en la Creación (Sal. 136:4-9) y en la historia de Israel (Sal. 136:10-22). El Señor es el “Dios de los dioses” y “el Señor de los señores”, un modismo hebreo que significa “el Dios más grande” (Sal. 136:1-3), no porque haya otros dioses, sino porque él es el único Dios.

Los grandes prodigios del Señor, que nadie más puede imitar, son la demostración innegable de su dominio (Sal. 136:4). Dios creó los Cielos, la Tierra y los cuerpos celestes, que los paganos adoran (Deut. 4:19). La imagen de la mano fuerte y del brazo extendido del Señor (Sal. 136:12) resalta la eficacia del poder de Dios y el gran alcance de su misericordia.

Salmo 136 (vers. 23-25) concluye con el cuidado universal de Dios por el mundo. La misericordia de Dios se extiende no solamente a Israel, sino a toda la Creación.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El Señor es bueno, y su misericordia es eterna. Alabaré al que es la luz de mi rostro y mi Dios. El es la fuente de toda eficiencia y poder.

Dios quería demostrar a los israelitas que no podían atribuirse la conquista de Canaán. El Capitán de las huestes de Jehová venció a Jericó. Él y sus ángeles estaban implicados en esa victoria. Cristo ordenó a los ejércitos del cielo que derribaran los muros de Jericó y prepararan así una entrada para Josué y los ejércitos de Israel.

Dice el salmista: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje ni palabras, ni es oída su voz» (Salmo 19:1-3); El Ser Divino se ocupa en sostener las cosas que ha creado. La misma mano que sostiene y equilibra las montañas en su posición, guía los mundos en su misteriosa marcha alrededor del sol.

CREA EN MÍ UN CORAZÓN LIMPIO

Lee Salmo 51:1 al 5. ¿Por qué el salmista apela a la misericordia de Dios?

El rey David derrama su corazón ante el Señor para pedir el perdón de los pecados durante los momentos espiritualmente más oscuros de su vida (2 Sam. 12). El perdón es el extraordinario don de la gracia de Dios, el resultado de “tu inmensa ternura” (Sal. 51:1). El rey David apela a Dios para que lo trate no conforme a lo que merece su pecado (Sal. 103:10), sino conforme a su carácter divino; es decir, su misericordia, su fidelidad y su compasión (Sal. 51:1; Éxo. 34:6, 7).

Lee Salmo 51:6 al 19. ¿Cómo se describe aquí el perdón de los pecados? ¿Cuál es el objetivo del perdón divino?

El perdón divino implica algo más que una proclamación legal de inocencia. Produce un cambio profundo que alcanza lo más íntimo del ser humano (Sal. 51:6; Heb. 4:12). Produce una nueva creación (Sal. 51:10; Juan 3:3-8). El verbo hebreo bará, traducido como “crear”, describe el poder creador divino (Gén. 1:1). Solamente Dios puede bará; únicamente Dios puede producir un cambio radical y duradero en el corazón de la persona arrepentida (2 Cor. 4:6).

David pide purificación con hisopo (Lev. 14:2-8; Sal. 51:7). Siente que su culpa lo mantiene proscrito de la presencia del Señor, del mismo modo que el leproso está proscrito de la comunidad mientras dura el estado de impureza (Sal 51:11).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Este pasaje de la historia de David rebosa de significado para el pecador arrepentido. Es una de las ilustraciones más poderosas que se nos hayan dado de las luchas y las tentaciones de la humanidad, y de un verdadero arrepentimiento hacia Dios y una fe sincera en nuestro Señor Jesucristo.

El está esperándolos para cambiarles los vestidos sucios y corrompidos del pecado por las vestiduras blancas de la justicia; les da vida y no perecerán (The Faith I Live By, p. 134; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 136).

SEÑOR, SI MIRARAS LOS PECADOS

Lee Salmo 130. ¿Cómo se describen la gravedad del pecado y la esperanza para los pecadores?

La gran aflicción del salmista está relacionada con sus propios pecados y los de su pueblo (Sal. 130:3, 8). Los pecados del pueblo son tan graves que amenazan con separarlo de Dios para siempre (Sal. 130:3). Las Escrituras hablan de los registros de los pecados que se guardan para el Día del Juicio (Dan. 7:10; Apoc. 20:12), y de los nombres de los pecadores que se borran del Libro de la Vida (Éxo. 32:32; Sal. 69:28; Apoc. 13:8).

El salmista apela así al perdón de Dios, quien eliminará el registro de los pecados (Sal. 51:1, 9; Jer. 31:34; Miq. 7:19). Sabe que “Dios no es airado por naturaleza. Notablemente, es la disposición de Dios a perdonar los pecados, y no a castigarlos, lo que inspira reverencia a Dios (Sal. 130:4; Rom. 2:4). La adoración auténtica se construye sobre la admiración del carácter de amor de Dios, no sobre el temor al castigo.

La esperanza del salmista no se basa en su optimismo personal, sino en la Palabra de Dios (Sal. 130:5). La espera fiel en el Señor no es en vano porque, tras la noche oscura, llega la mañana de la liberación divina.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

¡Oh, cuán agradecidos debiéramos estar de que al asumir Cristo la naturaleza humana, los hombres caídos puedan recibir una segunda oportunidad! Cristo los ubica en terreno ventajoso. Al relacionarse con él pueden ser colaboradores de Dios. Por medio de la gracia que cada día les da Cristo, pueden ser elevados y ennoblecidos hasta llegar a ser hijos e hijas de Dios. Tal amor no tiene parangón (Cada día con Dios, p. 253).

Muchos han expresado su asombro de que Dios exigiera que los judíos mataran tantas víctimas como ofrenda de sacrificio, pero él debía grabar en sus mentes la excelsa y solemne verdad de que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados, Los verdaderos obreros andan y trabajan por la fe. A veces se cansan de observar el lento progreso de la obra, cuando la batalla ruge entre las potestades del bien y el mal. Pero si se niegan a aceptar el fracaso o a desalentarse, verán disiparse las nubes y cumplirse la promesa de la liberación. A través de la neblina con que Satanás los ha rodeado, verán resplandecer los brillantes rayos del Sol de justicia.

ALABANZA AL DIOS MAJESTUOSO Y MISERICORDIOSO

Lee Salmos 113 y 123. ¿Qué dos aspectos diferentes del carácter de Dios se describen en estos salmos?

Salmos 113 y 123 alaban la majestad y la misericordia del Señor. La majestad del Señor se revela en la grandeza de su nombre y en el lugar exaltado de su Trono, que está por encima de todas las naciones y de los Cielos (Sal. 113:4, 5; 123:1).

El Dios exaltado manifiesta su grandeza al utilizar su poder para exaltar a los abatidos. El pueblo es libre de acercarse al Señor porque su soberana majestad y supremacía no cambian el hecho de que él es su bondadoso Creador y Sustentador, y que el pueblo es su siervo, su hijo amado. La grandeza y la misericordia de Dios se manifiestan mejor en Jesucristo, que estuvo dispuesto a descender del Cielo y ser abatido hasta la muerte en la Cruz para elevar a la humanidad caída (Fil. 2:6-8).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Es el amor, la compasión, la paciencia, la longanimidad que ha manifestado lo que testificará en contra de aquellos que no han ofrecido el servicio voluntario de sus vidas. Los que se convierten a Dios con corazón, alma y mente, encontrarán en él apacible seguridad (Hijos e hijas de Dios, p. 21).

El es nuestro mejor amigo; y cuando le adoramos quiere estar con nosotros, para bendecirnos y confortarnos llenando nuestro corazón de alegría y amor. El Señor quiere que sus hijos hallen consuelo en servirle y más placer que fatiga en su obra.

La religión no ha de limitarse a las formas o ceremonias externas. La religión que proviene de Dios es la única que conducirá a Dios. A fin de servirle debidamente, debemos nacer del Espíritu divino.

NO OLVIDES NINGUNO DE SUS BENEFICIOS

Lee Salmo 103. ¿Cómo se describe aquí la misericordia de Dios?

Salmo 103 enumera las múltiples bendiciones del Señor. Las bendiciones incluyen “todas las cosas buenas” (Sal. 103:2, NTV) para una vida próspera (Sal. 103:3-6). Estas bendiciones se basan en el carácter misericordioso de Dios y en su fidelidad al pacto con Israel (Sal. 103:7-18). El Señor “se acuerda” de la fragilidad y la fugacidad humanas, y se compadece de su pueblo (ver Sal. 103:13-17).

Dios libera y sostiene a su pueblo (Sal. 103:3-13). Las poderosas imágenes de Salmo 103:11 al 16 ilustran la inconmensurable grandeza de la gracia de Dios, que únicamente puede compararse con la infinita inmensidad de los cielos (Isa. 55:9).

¿Cómo debe responder el hombre a la bondad de Dios?

En primer lugar, bendiciendo al Señor (Sal. 103:1, 2, RVR 1960). La bendición se entiende generalmente como un acto de otorgar beneficios materiales y espirituales a alguien (Gén. 49:25; Sal. 5:12). Puesto que Dios es la Fuente de todas las bendiciones

En segundo lugar, al recordar todos sus beneficios y su Pacto (Sal. 103:2, 18-22), al igual que el Señor recuerda la débil condición humana y el pacto con su pueblo (Sal. 103:3-13).

Con esta idea en mente, estas famosas palabras de Elena de White son muy apropiadas: “Sería bueno que cada día dedicásemos una hora de reflexión en la contemplación de la vida de cristo. Debiéramos tomarla punto por punto, y dejar que la imaginación se posesione de cada escena, especialmente de las finales. Mientras nos espaciemos así en su gran sacrificio por nosotros, nuestra confianza en él será más constante, se reavivará nuestro amor y seremos más profundamente imbuidos de su espíritu. Si queremos ser salvos al fin, debemos aprender la lección de penitencia y humillación al pie de la Cruz” (El Deseado de todas las gentes, p. 63).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Por nosotros [Jesús] soportó la agonía del Huerto de Getsemaní…  Oh, ¿por qué todo este sufrimiento, esta ignominia y torturante agonía? Fue para que mediante el sacrificio de sí mismo pudiera revelarse su amor, para que pudiera apartar a los hombres de los caminos del pecado.

Las palabras de la inspiración consuelan y alientan al alma que yerra. Aunque los patriarcas y los apóstoles estuvieron sujetos a las flaquezas humanas, por la fe obtuvieron buen renombre, pelearon sus batallas con la fuerza del Señor y vencieron gloriosamente

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