DEFENDAMOS LA VERDAD

 

“La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta llegar al pleno día” (Prov. 4:18).

DEFENDAMOS LA VERDAD

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 7:23-25; Apocalipsis 12:6, 14; Judas 1:3, 4; Apocalipsis 2:10; Hechos 5:28–32; Salmo 19:7–11; 1 Juan 5:11–13.

PARA MEMORIZAR:

 “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:14, 15).

Esmirna tenía también una próspera comunidad cristiana, y muchos no iban a acatar esa orden. Policarpo, uno de los primeros dirigentes de la iglesia, fue martirizado en la plaza pública de Esmirna, quemado en la hoguera por negarse a traicionar a su Señor quemando incienso a los dioses romanos. Cuando se le exigió por última vez que renegara de Cristo, el anciano respondió: “Ochenta y seis años lo he servido, y no me ha hecho ningún mal. ¿Cómo puedo hablar mal de mi Rey que me salvó?”

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La serpiente de bronce fue levantada en el desierto para que pudieran ser curados los que miraban con fe. Así también Dios envía un mensaje de restauración y curación a los hombres, pidiéndoles que aparten la mirada del hombre y de las cosas terrenales y coloquen su confianza en Dios. (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1 130).

Ahora había llegado el momento de apartar el velo que ocultaba el futuro. «Desde aquel tiempo comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le convenía ir a Jerusalén, y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día» (El Deseado de todas las gentes, pp. 383, 384).

Los verdaderos discípulos de Cristo le siguen a través de duros conflictos, siendo abnegados y experimentando amargos desengaños; pero eso les muestra la culpabilidad y la miseria del pecado y son inducidos a mirarlo con aborrecimiento. Participantes en los sufrimientos de Cristo, son destinados a ser participantes de su gloria (Los hechos de los apóstoles, p. 471).

PERSEGUIDA, PERO TRIUNFANTE

Lee Daniel 7:23 al 25; y Apocalipsis 12:6 y 14. ¿A qué períodos proféticos se refieren estos pasajes?

Cuando el pueblo de Dios permanece fiel a él, Satanás se enfurece. A menudo sobreviene la persecución. El profeta Daniel describió un tiempo, todavía futuro para él, cuando la iglesia medieval “combatiría” y “quebrantaría” al pueblo de Dios (Dan. 7:21, 25).

Apocalipsis 12:6 añade: “La mujer [la iglesia] huyó al desierto, a un lugar preparado por Dios”. El pueblo de Dios fue sustentado en el desierto. Los 1.260 días comenzaron cuando la última de estas tribus bárbaras, los ostrogodos, fueron expulsados de Roma en 538 d.C. Este período de oscuridad espiritual continuó hasta 1798, cuando el general Berthier, de Napoleón, expulsó al papa de Roma.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

En el siglo VI el papado ya estaba firmemente establecido. La sede de su poder se hallaba en la ciudad imperial, y se declaró que el obispo de Roma era la cabeza de toda la iglesia. El paganismo había cedido su lugar al papado. El dragón había dado a la bestia «su poder y su trono, y grande autoridad». Apocalipsis 13:2. Y entonces comenzaron los 1,260 años de opresión papal predichos en las profecías de Daniel y Juan. Daniel 7:25; Apocalipsis 13:5-7.

Pero los siervos de Dios no han de confiar en sí mismos en esta grande emergencia. En las visiones dadas a Isaías, a Ezequiel y a Juan, vemos cuán íntimamente está relacionado el cielo con los acontecimientos que suceden en la tierra, y cuán grande es el cuidado de Dios para con los que son leales.

LA LUZ VENCE A LAS TINIEBLAS

Lee Judas 1:3 y 4. ¿Cuál es la advertencia aquí y cómo se aplicó a la iglesia cristiana posterior?

El libro de Judas se escribió en algún momento antes de 65 d.C. para los cristianos fieles “santificados en Dios el Padre y guardados por Jesucristo” (Jud. 1:1). Exhortaba a estos fieles creyentes a “cont[ender] por la fe que una vez fue confiada a los santos. Porque se han infiltrado algunos hombres […] que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios” (Jud. 1:3, 4).

Durante muchos siglos, hubo pueblos como los valdenses, que defendieron las verdades de las Escrituras. Creían que Cristo era su único Mediador; y la Biblia, su única fuente de autoridad. “En todas las edades hubo testigos de Dios: hombres que conservaron su fe en Cristo como único Mediador entre Dios y los hombres, sostuvieron la Biblia como única regla de la vida y santificaron el verdadero día de reposo” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 66).

Lee Apocalipsis 2:10. ¿Qué promete Dios a los que le son fieles aun ante la muerte misma?

La corona de la vida inspira a estos fieles creyentes. La corona de la vida siempre motiva a los creyentes en circunstancias difíciles. Inspiró a los valdenses en medio del dolor y la persecución. Ellos sabían que un día verían a Jesús y vivirían con él para siempre. La corona de la vida también nos habla a nosotros: quizás ahora pasemos por pruebas, pero nos espera la corona de la vida, si mantenemos nuestros ojos fijos en Jesús.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Todo el que en ese día malo quiera servir sin temor a Dios, de acuerdo con los dictados de su conciencia, necesitará valor, firmeza y conocimiento de Dios y de su Palabra; porque los que sean fieles a Dios serán perseguidos, sus motivos serán condenados, sus mejores esfuerzos serán desfigurados y sus nombres serán denigrados. Se requerirá la más firme confianza, el más heroico propósito, para conservar la fe (Los hechos de los apóstoles, p. 344).

Pero Dios es su torre de fortaleza. Levantará por ellos estandarte contra el enemigo. Será para ellos «escondedero contra el viento» y «refugio contra el turbión». Isaías 32:2. Les dirá: «Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos». Isaías 26:20, 21 (A fin de conocerle, 15 de diciembre, p. 354).

VALOR PARA PERMANECER FIRMES

Compara Hechos 5:28 al 32 con Efesios 6:10 al 12 y Apocalipsis 3:11. ¿Qué principio básico se encuentra en estos pasajes?

Una de las características distintivas de los valdenses, y de cada uno de los reformadores, era su absoluta lealtad a Dios, su obediencia a la autoridad de las Escrituras y su compromiso con la supremacía de Cristo, no del papado. Con Pedro y los apóstoles, podían decir: “Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech. 5:29). Comprendieron la admonición de Pablo: “Por lo demás, hermanos míos, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza” (Efe. 6:10). Se tomaron a pecho el consejo de Jesús: “Retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Apoc. 3:11).

Los valdenses fueron uno de los primeros grupos en disponer de la Biblia en su propio idioma. Muchos pagaron con la vida su fidelidad y devoción. Aunque los valdenses no entendían claramente todas las enseñanzas bíblicas, conservaron la verdad de la Palabra de Dios durante siglos, compartiéndola con los demás.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

«Daré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón, y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo». Jeremías 31:33. Los que tienen la ley de Dios escrita en su corazón obedecerán a Dios antes que, a los hombres, y preferirán desobedecer a todos los hombres antes que desviarse en lo mínimo del mandamiento de Dios. La sabiduría y la autoridad de la ley divina son supremas (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 322).

Cristo no pide que sus seguidores luchen por brillar. Él dice: Dejad que brille vuestra luz. Si habéis recibido la gracia de Dios, la luz está en vosotros. Quitad los impedimentos, y la gloria del Señor se revelará. La luz brillará, para penetrar y disipar las tinieblas. No podéis dejar de brillar en vuestra esfera de influencia. Viene con su propia gloria y con la gloria del Padre. Viene con todos los santos ángeles (Palabras de vida del gran Maestro, p. 346).

EL LUCERO DE LA REFORMA

Lee Salmos 19:7 al 11; 119:140 y 162; y Jeremías 15:16. ¿Qué actitudes similares tuvieron David y Jeremías hacia la Palabra de Dios, que fueron, en realidad, la piedra angular de la Reforma?

Cada uno de los reformadores se “regocijaba” en la Palabra de Dios. Se “alegraban” en hacer la voluntad de Dios. “Amaban” su Ley. Una de las verdades fundamentales más significativas de la Reforma fue el gozo que producía el estudio de las Escrituras.

El estudio de la Biblia ennoblecerá, como ningún otro estudio, el pensamiento, los sentimientos y las aspiraciones. Da constancia en los propósitos, paciencia, valor y perseverancia; refina el carácter y santifica el alma. (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 101).

Lee 2 Timoteo 2:1 al 3. ¿Qué consejo dio el apóstol Pablo a Timoteo en lo referente a compartir la Palabra de Dios?

La verdad de la Palabra de Dios y el gozo de la salvación en Cristo llenaban tanto el corazón de los reformadores que tenían que compartirlos. John Wycliffe dedicó su vida a traducir la Palabra de Dios al inglés solo por dos razones: el Cristo viviente lo transformó mediante la Palabra y el amor de Cristo lo motivó a compartir con los demás lo que había aprendido con otros. “El lucero de la Reforma”.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

En el siglo XIV surgió en Inglaterra «la estrella matutina de la Reforma». John Wycliffe fue el heraldo de la Reforma, no solo para Inglaterra, sino para toda la cristiandad.

El valor del agente humano se estima de acuerdo con la capacidad que tiene el corazón para conocer y comprender a Dios. «Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo». 2 Timoteo 2:1-3. El mayor beneficio posible se obtiene por medio del conocimiento de Dios. «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado». Juan 17:3.

ANIMADOS POR LA ESPERANZA

Lee Hebreos 2:14 y 15. ¿Cómo vivieron los creyentes de la Edad Media la realidad del Gran Conflicto?

¿Qué era lo que animaba a los fieles valdenses durante las horribles persecuciones que enfrentaron? ¿Qué les dio valor a Hus y a Jerónimo, a Tyndale, a Latimer y a los mártires de la Edad Media para enfrentar las llamas y la espada? La fe en las promesas de Dios. Creyeron en la promesa de Cristo: “Porque yo vivo, ustedes también vivirán” (Juan 14:19). La fuerza de Cristo les bastaba para las mayores pruebas de la vida.

Lee Juan 5:24; 11:25 y 26; y 1 Juan 5:11 al 13. ¿Qué seguridad te dan personalmente estas promesas? ¿Cómo nos ayudan en las pruebas de la vida?

Juan Hus no vaciló ante la prisión, la injusticia y la muerte misma. Languideció en la cárcel durante meses. El frío y la humedad le provocaron una fiebre que estuvo a punto de acabar con su vida. Sin embargo, “la gracia del Señor lo sostuvo. Durante las semanas de padecimientos que sufrió antes de su condena final, la paz del Cielo inundó su alma. A un amigo, decía: ‘Escribo esta carta en la cárcel, y con la mano encadenada, a la espera de que mañana se cumpla mi sentencia de muerte.

La amonestación del apóstol Pablo nos habla con mayor relevancia en la actualidad. “Mantengamos firme la esperanza que profesamos, sin fluctuar, que fiel es el que prometió” (Heb. 10:23). Así como las promesas de Dios sostuvieron a su pueblo en el pasado, también nos sostienen a nosotros hoy.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

¿Cuál fue la fortaleza de los que en tiempos pasados padecieron persecución por causa de Cristo? Consistió en su unión con Dios, con el Espíritu Santo y con Cristo. Juan 14:21. Cuando el creyente se sienta en el banquillo de los acusados ante los tribunales terrenales por causa de la verdad, está Cristo a su lado. Cuando se ve recluido entre las paredes de una cárcel, Cristo se le manifiesta y le consuela con su amor. Cuando padece la muerte por causa de Cristo, el Salvador le dice: Podrán matar el cuerpo, pero no podrán dañar el alma. «Confiad, yo he vencido al mundo». Juan 16:33. «No temas, que yo soy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia». Isaías 41:10 (Los hechos de los apóstoles, p. 70).

Acudid a las Escrituras y recibid inteligentemente la Palabra de Dios como él la ha dicho. Cumplid con las condiciones y creed que él os aceptará como sus hijos. No seáis faltos de fe, sino creyentes (Nuestra elevada vocación, 23 de abril, p. 121).

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